El marketing digital no lo hacen máquinas
«Lo que das, te lo das. Lo que no das, te lo quitas». El señor que dijo esto nació en 1929 y aún vive: Alejandro Jodorowsky. Su propia longevidad y la vitalidad que demuestra con sus 93 años me parecen un motivo suficiente para dar crédito a sus palabras: lo que das, te lo das.
Como Leopoldo Abadía, otro veterano (1933) que sigue al pie del cañón, que con cerca también de noventa años y 12 hijos, sigue regalando lecciones de optimismo. En uno de sus últimos libros llamado Yo de mayor quiero ser joven (Espasa) afirma cosas como: «La juventud es una cuestión de actitud».
Otra de mis citas favoritas la dijo un economista (de vez en cuando los economistas dicen cosas que me interesan). Decía Keynes que, al final del día, lo que cuenta son las ideas y no tanto las libras, los euros, los dólares. Lógicamente el dinero importa, pero sólo porque pueden ayudarnos a preocuparnos más de las ideas. Pero quizá la mayor conquista del dinero sea olvidarse de él. Para poder dar, para poder sentirse joven, a cualquier edad.
Otro tipo de balances
Todas las empresas tienen sus balances, con términos tan aburridos para mí como “patrimonio neto”, “activos”, “pasivos…”. Pero existe otro tipo de balance: el de las ideas.
Ideas para poder pensar en un marketing digital que no busque el lucro por el lucro, sino el ingreso en un círculo que tenga al consumidor en su centro. Ideas que asumen al cliente como alguien que no merece ser exprimido como un pomelo chino, sino al que se puede ayudar. Lo que das te lo das y lo que no das te lo quitas. Pero, además, si das, con el corazón, es probable que recibas. Llámalo karma o simple actitud altruista, generosa. Pero quien da, de verdad, nunca pierde.
Así lo entendemos en Valor de Ley, una agencia con un equipo humano compuesto por personas dispuestas a ganar en muchos y variados niveles. A ganar ofreciendo un valor añadido cuyo retorno no está siempre garantizado, porque no hay análisis DAFO ni plan de negocio cuando se habla desde el corazón. Claro que el trabajo bien hecho y ese no-cálculo tienen algo también de estrategia de éxito. Un éxito más allá de balances anuales y que tiene que ver con la satisfacción personal, general, de estar contribuyendo, por la parte que nos toca, a construir un mundo mejor. Sin romper el tablero de juego ni sus reglas, pero haciéndolas más humanas.
El corazón entra en el plan
Comencé citando a personas a las que la experiencia les dotó de sabiduría. Y optimistas. Lo mismo pasa con las empresas, con nuestros proyectos. Queremos que lleguen lo más lejos posible o, al menos, que tengan una vida considerable. Todos conocemos ‘startups’ mal gestionadas que desaparecen siendo flor de un día.
¿Por qué fracasaron? Las razones de este certificado de defunción empresarial serán muchas y variadas, pero a mí me gusta pensar que, quizá, hubo demasiado cálculo. Que, quizá, se antepuso la razón al corazón. Que, quizá, se olvidaron de que el corazón es una razón más, una razón enriquecida, compartida, una co-razón.
Soy un defensor de los vínculos personales. Son importantísimos en muchos sentidos. En cuanto a felicidad, satisfacción personal y crecimiento nada menos. Una actitud abierta a la vida y a los demás se traduce en un enriquecimiento personal, primero, y puede desembocar en recompensas económicas después. El buen trabajo, en un sentido integral, profesional y personal, tiene premio. Un premio doble.
Una huella que deja huella
Quien cree en su trabajo también cree en las personas que forman parte de él, que lo encarnan, que lo hacen posible. Si abrazas los afectos positivos que surgen en tu día a día con compañeros, clientes, colaboradores… verás como todo se enriquece y lo que hasta ahora eran relaciones profesionales, transacciones o servicios, se convierte de manera mágica, en una contagiosa cadena de favores. Si la violencia engendra violencia según la expresión popular, el servicio a los demás revierte en cambio hacia ti. Es otro tipo de huella.
Así entendemos el marketing digital en Valor de Ley: como una serie de procesos que las máquinas no pueden crear. Las máquinas son herramientas manejadas por personas buenas para canalizar y difundir acciones. Acciones que no van encaminadas a un lucro mecanizado, sino a buscar un impacto positivo en nuestra sociedad.
Es ahí donde los balances empiezan a cuadrar, en un conjunto de acciones bien hechas, con el corazón en nuestro staff, que también se traduce, y así lo demuestra nuestra trayectoria en una merecida solvencia.
Contamos contigo para seguir avanzando en este ilusionante camino. ¿Cuentas tú con nosotros?
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