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Hacia una Inteligencia Artificial ‘buena’

Nos encontramos en los albores de una nueva era: la que marca la irrupción de la Inteligencia Artificial (IA). Por suerte, contamos con inteligencia propia, humana, para lograr que esa nueva forma de pensar de las máquinas juegue a nuestro favor. Porque sería poco inteligente crear nuevos recursos que nos perjudicarán, propio de una distopía clásica: la rebelión de las máquinas.

Por suerte, a las amenazas del progreso mal enfocado podemos añadirle el contrapeso de la sensatez, la buena fe y, en este caso, la Inteligencia Relacional (IR). Recordemos que la IR es la capacidad que tenemos, como seres humanos, para establecer relaciones de confianza entre personas valiosas y que nos enriquecen, basadas en la buena voluntad, que nos ayudan a avanzar hacia nuestros objetivos.

Unas relaciones que generan una ayuda mutua, un interés común, pero que se deben cultivar bajo este lema: «Dar sin esperar, recibir y recordar».

Con esa actitud, no solo podemos crecer en nuestra carrera profesional, sino también interiormente, generando un nuevo bienestar vital, humano, que provoca que lo que hacemos rime, suene bien.

Así, el paso para unir progreso sin perder la dirección, lo he bautizado como IRIA, que es la suma de Inteligencia Relacional e Inteligencia Artificial. Porque la IA nos permitirá reforzar nuestro capital social si la enfocamos hacia la IR, es decir, a mejorar nuestras relaciones, nuestros inputs humanos.

 

Un IA con valor añadido

Una Inteligencia Artificial que se desentienda del factor humano está destinada a fracasar y, en el peor de los escenarios a hacer fracasar la sociedad tal y como la entendemos. Por eso, es importante que cada uno de nosotros, en su particular relación con la IA, reme hacia el lado bueno.

Porque el nuevo escenario nos ofrece dos direcciones: una nos conduce al lado de la oscuridad, del apocalipsis, del hombre como lobo para el hombre, de la distopía. El otro nos lleva hacia una realidad más luminosa, colaborativa, donde el hombre es aliado para el hombre, y la utopía se mantiene en el horizonte.

Y ahí entra en juego ese concepto que hemos acuñado como IRIA, la alianza clave entre los relacional y lo artificial, entre el alma y la técnica. El elemento necesario para avanzar hacia una humanidad más cohesionada y, a la vez, libre. ¿Cómo aplicar estos valores en el día? Poniendo lo humano en el foco, y entendiendo la tecnología como un medio, no un fin.

Estoy convencido de ello. ¿Y tú? Te escucho.

Un abrazo relacional e inteligente,

CQ